martes, 19 de julio de 2011

LA GUERRA CONTRA EL HAMBRE (Editorial, El Heraldo 19 de Julio de 2011)

LA GUERRA CONTRA EL HAMBRE
Con una mesa de trabajo en Cartagena sobre desarrollo rural y abastecimiento alimenticio en el Caribe colombiano, finaliza el viernes 22 la fase de concertación del Plan Regional de Seguridad Alimentaria y Nutricional (más conocido como Caribe Sin Hambre) y este hecho no debería ser ignorado en momentos en que empiezan a debatirse los programas de gobierno tanto para las gobernaciones como para las alcaldías de la Región.
Se trata el Plan de una tarea emprendida hace dos años, bajo el liderazgo de Elvia Mejía, secretaria del foro regional de gobernadores, con la concurrencia de las autoridades territoriales, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Gobierno Nacional y algunas entidades y personas preocupadas por el estado de la cuestión en el Caribe, que es literalmente catastrófico.
“En cuanto a condiciones de vida y desarrollo humano, todos los departamentos de la Región, con excepción de Atlántico, presentan índices peores al promedio nacional. Igual situación se presenta en las necesidades básicas insatisfechas, que además son mucho mayores en las zonas rurales”. (El Caribe colombiano frente a los Objetivos del Milenio, Observatorio del Caribe, 2010).
Cada departamento y ciudad capital, por disposición del Gobierno Nacional y como parte de los compromisos internacionales, debe formular y ejecutar un Plan de Seguridad Alimentaria y Nutricional que debe ser ejecutado solidariamente por las entidades públicas que desarrollan la política social y en algunos departamentos del Caribe, como el Cesar, han tratado de hacer bien la tarea. Por eso, el Gobierno y el PNUD les hicieron un reconocimiento a sus autoridades el fin de año pasado.
Pero en el conjunto de la Región son remotas las opciones de que se cumplan en 2015 las metas de erradicar la pobreza extrema y el hambre, que es el primer Objetivo del Milenio, si nos atenemos a la evaluación de los progresos por parte del Observatorio del Caribe. “La cifra de desnutrición global en menores de cinco años –dice su informe– no solo supera el promedio nacional sino que está tres veces por encima de la meta establecida para el 2015, siendo muy poco probable que se cumpla. Lo preocupante de esta situación es que el hambre y la desnutrición sufridas en los primeros años de vida generan consecuencias negativas para el desarrollo físico y mental de la persona que son irremediables, afectando su desempeño escolar y, en la edad adulta, su desempeño laboral”.
De manera que estaríamos criando nuevas generaciones de minusválidos, y por eso Caribe Sin Hambre no puede ser un proyecto para adornar bibliotecas de planificadores entusiastas sino una herramienta de política social que de veras genere impacto.
Hay departamentos donde los compromisos son mayores frente a la desnutrición de sus infantes, como La Guajira, Córdoba y Magdalena. La Guajira, donde ha sido evidente la preocupación de su gobernador Jorge Pérez por el problema, partió de un dramático 24.7 por ciento de desnutrición crónica en sus menores de cinco años, mientras que en Magdalena partió del 17 por ciento.
Caribe Sin Hambre es el primer plan de impacto regional en obtener respaldo del presidente Juan Manuel Santos para eventuales financiamientos en el nuevo sistema de aplicación de las regalías y con otros fondos, y lo hizo el Presidente en Valledupar en ejercicio de un Acuerdo para la Prosperidad cumplido en el mes de junio.
Ahora dicho Plan, que contiene además de la estrategia de fomento agrícola, otra para la pesca, cambios culturales para acceso a mejores micronutrientes, en fin, una amplia gama de incentivos para la producción, importación y transporte, más la asignación de subsidios para los grupos más vulnerables, necesita que los nuevos gobernantes lo apliquen con rigor y compromiso.
Como parte del proceso el Observatorio del Caribe queda encargado de hacer seguimiento a un sistema de indicadores, una especie de cómo vamos en pobreza regional, resolviendo así uno de los problemas más complejos en el desarrollo del Caribe, que es la falta de cifras confiables para la formulación y seguimiento de las políticas públicas. Adicionalmente, se está constituyendo una red de entidades que ejecutarían el Plan que, como es apenas lógico, compromete a una veintena de entidades públicas, organizaciones de la sociedad civil y la cooperación internacional.
La erradicación de la pobreza y del hambre empieza con la alimentación. No hay, por lo tanto, tema de campaña de mayor pertinencia, pero al mismo tiempo de riesgo para el populismo.